Al igual que ocurre en cualquier hotel, la “bienvenida” resulta fundamental para la experiencia del espectador. En el caso de VR, propusimos una concatenación majestuosa de arcos deslumbrantes de alabastro que dirigen al usuario hacia el vestíbulo principal. Los espectadores tienen la posibilidad de comprar entradas en las taquillas automáticas o tradicionales que se encuentran intercaladas a ambos lados de estos arcos.
Los arcos retroiluminados de ocho metros de altura, con un toque art déco sutil y moderno, y una lámpara de araña hecha a medida nos conducen a través de una experiencia envolvente y extraordinaria.
Al llegar al vestíbulo, nos encontramos con tres pantallas gigantes en el extremo de cada eje cuya función es guiarnos con obras de arte hacia cada una de las salas.
El acabado de espejo del techo del pasillo principal contribuye a multiplicar las columnas art déco retroiluminadas, creando así un espacio mucho más amplio y rico, a pesar de la altura limitada del techo.